La Rendición
- Maria Jose Calderon
- 2 sept 2020
- 3 Min. de lectura
Rendirse es la simple pero profunda sabiduría de ceder, en lugar de oponerse al flujo de la vida. El único lugar en el que puedes experimentar el flujo de la vida es el Ahora.
Es aceptar el momento presente de manera incondicional y sin reservas. Es decir, renunciar a lo que interiormente se resiste a lo que es.
La resistencia interior es decir “no” a lo que es, a través de juicios mentales y negatividad emocional. Se nota más cuando las cosas “van mal”, lo que significa que hay una brecha entre lo que la mente pretende y lo que es. Esta brecha es el dolor.
La aceptación de lo que es inmediatamente te libera de la identificación con la mente y te reconecta con el Ser.
La resistencia es la mente.
La rendición es un fenómeno puramente interior.
No es la situación en general lo que debes aceptar cuando te rindes, sino el pequeño segmento llamado “el ahora”. Por ejemplo, si te encontraras atascado en el barro, no vas a decir: “Bueno, me resigno a estar atascado en el barro”. La resignación no es lo mismo que la rendición.
Limitas tu atención al momento presente, sin etiquetarlo mentalmente. Esto significa que no hay juicios mentales sobre el Ahora, y por consiguiente, no hay resistencia ni negatividad emocional. Aceptas que este momento ya es como es.
La no-rendición endurece a tu forma psicológica, el caparazón del ego, creando un fuerte sentido de separación. El mundo que te rodea y en particular la gente, se perciben como una amenaza. Surge la compulsión inconsciente de destruir a los demás juzgándolos. Como así también surge la necesidad de competir y dominar. Incluso la naturaleza se vuelve un enemigo, y tus percepciones e interpretaciones son gobernadas por el miedo.
La enfermedad mental que llamamos “paranoia” es apenas una versión un poco más aguda de este estado normal pero disfuncional de conciencia. No solo tu forma psicológica, sino también tu forma física (tu cuerpo), se torna rígida con la resistencia. Surge la tensión en distintas partes del cuerpo. Y el cuerpo, como un todo, se contrae. El libre flujo de energía por el cuerpo, el cual es esencial para un funcionamiento saludable, queda restringido en gran medida.
Se trata de tu vida, tu propio Ser, que existe eternamente en el presente sin tiempo. Si encuentras tu situación insatisfactoria o intolerable, es solo rindiéndote primero que puedes romper el patrón inconsciente que se resiste y prolonga esa situación.
La rendición es perfectamente compatible con realizar acciones, iniciar cambios o lograr objetivos. Pero en el estado de rendición, una energía totalmente distinta, una calidad distinta, fluye en tu hacer. La rendición te reconecta con la fuente de energía del Ser.
A través de la no-resistencia, la calidad de tu conciencia y, por consiguiente, la calidad de lo que sea que hagas o estés creando, mejora de manera inconmensurable. Los resultados entonces, vendrán solos y reflejarán esa calidad. A esto lo podemos llamar “acción proveniente de la rendición”.
En el estado de rendición, ves claramente lo que hay que hacer. Y actúas haciendo una cosa a la vez y enfocándote en una sola cosa a la vez. Aprende de la naturaleza, mira como todo se desarrolla y como el milagro de la vida se despliega sin insatisfacción.
Por eso Jesús dijo: “Mira las azucenas, como crecen… no se esfuerzan ni dan vueltas”.
Entonces, tu estado de conciencia deja de depender de lo exterior.
Asegúrate de no estar corriendo tras películas mentales que continuamente te proyectan hacia el futuro y te hacen perder el Ahora.
Cuando entras a esta eterna dimensión del Presente, el cambio suele presentarse de manera extraña, sin requerir mucho de tu parte. La vida se torna servicial y colabora. Si son factores internos como el miedo, la culpa o la pereza los que te impiden actuar, se disolverán a la luz de tu presencia consciente.
Por Eckart Tolle

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